Denuncia de malos tratos o abandono

Un paso hacia la seguridad: Proteja su futuro durante el Mes de la Prevención de Caídas

A medida que nos adentramos en el proceso de envejecimiento, es importante comprender todos los retos que conlleva, y una de las preocupaciones más importantes para los adultos mayores es el mayor riesgo de caídas. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta muchos cambios, lo que nos hace más propensos a sufrir lesiones por caídas. Las caídas pueden tener graves consecuencias, no sólo físicas sino también emocionales, como fracturas óseas, traumatismos craneoencefálicos y pérdida de confianza en la propia capacidad para seguir siendo independiente.


Millones de personas mayores sufren caídas cada año. De hecho, una de cada cuatro personas mayores se cae cada año, pero menos de la mitad se lo comunica a su médico. Una de cada cinco caídas provoca una lesión grave, y caerse una vez duplica la probabilidad de volver a caerse.


Sin embargo, con el conocimiento y las precauciones adecuadas, las personas mayores pueden reducir considerablemente el riesgo de caídas y mantener su independencia durante muchos años.
En septiembre, Mes de la Prevención de Caídas, nos centramos en la importancia de conocer las razones por las que las personas mayores tienden a caerse. Cada motivo contribuye a aumentar el riesgo y, si los identificamos y abordamos con antelación, podemos dar pasos importantes para salvaguardar nuestro bienestar y mantener un estilo de vida activo y dinámico a medida que envejecemos.


Entender el impacto de las caídas
Las caídas no son sólo percances sin importancia; pueden tener graves consecuencias, especialmente para los adultos mayores. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las caídas son la principal causa de lesiones mortales y no mortales entre las personas mayores. Muchas personas que se caen, aunque no se lesionen, adquieren miedo a las caídas. Este miedo puede hacer que reduzcan sus actividades cotidianas, afectando a su independencia. Cuando una persona es menos activa, se debilita y esto aumenta sus posibilidades de volver a caerse.


El impacto económico de las caídas en las personas, las familias y los sistemas sanitarios también es elevado. Los CDC calculan que los costes médicos anuales de las lesiones relacionadas con caídas ascienden a más de 50.000 millones de dólares.
Para los particulares, las caídas pueden acarrear muchos gastos médicos, como hospitalización, pruebas diagnósticas, intervenciones quirúrgicas, medicamentos y servicios de rehabilitación. Dependiendo de la gravedad de las lesiones relacionadas con las caídas, el coste del tratamiento puede aumentar rápidamente y suponer una importante carga económica para las personas mayores y sus familias.


Para algunas personas mayores, las caídas pueden dar lugar a estancias hospitalarias prolongadas o a la necesidad de ingresar en centros de cuidados de larga duración, lo que puede suponer un reto económico. Incluso con cobertura de seguro, los copagos, las franquicias y los gastos de bolsillo pueden ser abrumadores y afectar potencialmente a los ahorros para la jubilación y a la seguridad financiera de los mayores.


Más allá del impacto económico individual, las caídas también ejercen presión sobre los sistemas y recursos sanitarios. Las lesiones relacionadas con las caídas contribuyen a aumentar las visitas a urgencias, los ingresos hospitalarios y la atención ambulatoria. Los proveedores y centros sanitarios se enfrentan a costes más elevados asociados al tratamiento de lesiones relacionadas con caídas, lo que resta recursos a otras necesidades sanitarias críticas.


Factores que contribuyen a las caídas
Varios factores pueden contribuir a la probabilidad de caídas a medida que envejecemos, entre ellos:

  1. Debilidad muscular: A medida que envejecemos, se produce una disminución natural de la masa y la fuerza muscular. Esta debilidad muscular afecta a varios grupos musculares, incluidos los responsables de mantener el equilibrio y la estabilidad. Dependemos de nuestros músculos para soportar el peso del cuerpo, desplazar nuestro peso durante los movimientos y reaccionar con rapidez para evitar caídas. Cuando los músculos son débiles, la capacidad de responder eficazmente a cambios inesperados en el equilibrio se ve comprometida, lo que aumenta el riesgo de caídas.
  2. Problemas de equilibrio: El sentido del equilibrio del cuerpo se basa en la información procedente del oído interno, la visión y la conciencia corporal de su posición en el espacio. Los cambios relacionados con la edad pueden afectar a la función del oído interno y reducir la conciencia espacial. Esto puede provocar problemas de equilibrio, lo que dificulta a las personas mayores mantener la estabilidad al caminar o realizar actividades cotidianas, aumentando el riesgo de caídas.
  3. Medicamentos: Ciertos medicamentos pueden tener efectos secundarios que afecten a la coordinación o provoquen mareos o aturdimiento. Entre los medicamentos más comunes se encuentran los sedantes, los tranquilizantes, algunos antidepresivos y medicamentos para la tensión arterial. Estos efectos secundarios pueden afectar a la capacidad de un adulto mayor para mantener movimientos estables y aumentar la probabilidad de caídas.
  4. Cambios en la visión: A medida que envejecemos, los cambios en la visión son comunes. Por ejemplo, problemas para ver las cosas con claridad, para juzgar las distancias y para adaptarse a distintos niveles de luz. Estos problemas de visión pueden hacer que a las personas mayores les resulte más difícil saber a qué distancia están las cosas, detectar obstáculos o percibir superficies irregulares. Esto les expone a un mayor riesgo de tropiezos y caídas.
  5. Dolor de pies o calzado inadecuado: A medida que envejecemos, nuestros pies experimentan cambios naturales, como una disminución del acolchado graso y una menor flexibilidad de tendones y ligamentos. Estos cambios pueden provocar dolor y molestias en los pies, afectando a nuestra capacidad para caminar con estabilidad. Cuando las personas mayores experimentan dolor en los pies, pueden cambiar su forma de caminar, haciéndolos más propensos a tropezar o tropezar. Además, una mala elección del calzado, como el uso de calzado con suelas desgastadas, sin suficiente sujeción o mal ajustado, puede empeorar el dolor de pies y comprometer el equilibrio. Los zapatos que no ajustan bien también pueden causar ampollas, callosidades y molestias, lo que reduce la capacidad de andar y aumenta el riesgo de caídas.
  6. Riesgos ambientales: El entorno del hogar puede suponer un grave peligro de caídas para las personas mayores. Los suelos resbaladizos, las alfombras sueltas y la mala iluminación son peligros habituales. Los pasillos desordenados y los muebles mal colocados también pueden bloquear la circulación segura y provocar accidentes, tropiezos y caídas.
  7. Enfermedades crónicas: Ciertas afecciones crónicas, como la artritis, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple o el ictus, pueden afectar a la movilidad y aumentar el riesgo de caídas. Estas afecciones pueden causar debilidad muscular, alteraciones del equilibrio o dificultades para coordinar los movimientos, lo que aumenta el riesgo de caídas.
  8. Carencia de vitamina D: La carencia de vitamina D (es decir, la falta de vitamina D en el organismo) puede contribuir a las caídas de las personas mayores. La vitamina D desempeña un papel importante en el mantenimiento de unos huesos sanos, ya que contribuye a la absorción del calcio, esencial para unos huesos fuertes. Una carencia de vitamina D puede provocar huesos blandos y débiles, lo que aumenta el riesgo de fracturas y caídas.
    Estrategias de prevención de caídas
    Las técnicas de prevención de caídas son esenciales porque ayudan a las personas mayores a sentirse más fuertes e independientes. Cuando utilizan estas técnicas, pueden sentir más confianza en sus capacidades, mantenerse activos y seguir haciendo las actividades que les gustan.

Las estrategias de prevención de caídas también contribuyen a aliviar la presión sobre los sistemas sanitarios y a reducir los costes sanitarios asociados a las lesiones por caídas. A medida que la población envejece, la prevención de caídas cobra cada vez más importancia para mantener la salud y el bienestar generales de los adultos mayores.

He aquí algunas estrategias para prevenir las caídas:

  1. Actividad física: La actividad física regular ayuda a fortalecer los músculos, mejorar el equilibrio y mantener la flexibilidad. Ejercicios como caminar, nadar, el tai chi y el yoga pueden mejorar la coordinación y la estabilidad. Unos músculos fuertes y un mejor equilibrio reducen la probabilidad de perder el control durante las actividades cotidianas, por lo que es menos probable que se produzcan caídas.
  2. Ejercicios de equilibrio: Los ejercicios de equilibrio se dirigen específicamente a mejorar la estabilidad y reducir el riesgo de caídas. Estos ejercicios ponen a prueba el equilibrio del cuerpo y ayudan a las personas mayores a mantener el control de sus movimientos. Al incluir actividades como ponerse de pie sobre una pierna, utilizar una pelota de estabilidad o practicar la marcha de talón a punta, los adultos mayores pueden desarrollar las habilidades de equilibrio necesarias para realizar las tareas cotidianas con confianza.
  3. Revisión de la medicación: Muchas personas mayores toman varios medicamentos. Consultar a un profesional sanitario para revisar y ajustar la medicación puede ayudar a minimizar los posibles efectos secundarios e interacciones, y a reducir el riesgo de caídas.
  4. Revisiones periódicas de la vista: Los cambios en la visión relacionados con la edad pueden hacer que sea más difícil evitar obstáculos o peligros. Las revisiones periódicas de la vista garantizan que cualquier problema visual se solucione rápidamente con gafas o tratamientos. Cuando la visión es clara, las personas son más conscientes de lo que les rodea y disminuyen las probabilidades de caerse.
  5. Crear un entorno seguro: Retirar alfombras sueltas, asegurar las moquetas y despejar los espacios vitales puede reducir en gran medida el riesgo de caídas accidentales. Instalar barras de sujeción en los baños y mejorar la iluminación de pasillos y escaleras son otras formas de aumentar la seguridad y reducir el riesgo de caídas.
  6. Llevar calzado adecuado: El uso de zapatos bien ajustados con suelas antideslizantes proporciona a los adultos mayores una base estable y reduce el riesgo de resbalones. Un calzado adecuado sujeta los pies y mejora el equilibrio, sobre todo en superficies irregulares o resbaladizas.
  7. Uso de dispositivos de ayuda: Para algunas personas mayores, el uso de dispositivos de asistencia como bastones o andadores puede ofrecer apoyo y estabilidad adicionales. Estos dispositivos ayudan a mantener el equilibrio y evitan las caídas, especialmente durante las actividades en las que se necesita más estabilidad.
  8. Evitar las prisas: las prisas aumentan la probabilidad de cometer errores y accidentes. Tomarse el tiempo necesario para moverse con cuidado, sobre todo al pasar de estar sentado a estar de pie o al caminar sobre superficies irregulares, ayuda a mantener el control y minimiza el riesgo de caídas.
  9. Mantenerse hidratado: La deshidratación puede provocar mareos y debilidad, haciendo más probables las caídas. Beber suficiente agua a lo largo del día es esencial para mantener la salud general y reducir el riesgo de caídas.
  10. Revisiones periódicas: Acudir a revisiones médicas periódicas ayuda a los médicos a detectar cualquier problema de salud que pueda provocar caídas. Si detectan los problemas a tiempo, pueden tratarlos y gestionarlos adecuadamente, reduciendo las posibilidades de que se produzcan factores de riesgo de caídas.

Conclusión
Las caídas no son una parte inevitable del envejecimiento. Tomando medidas proactivas para prevenir las caídas, puede proteger su independencia y mantener un estilo de vida activo. El Mes de la Prevención de Caídas sirve de recordatorio para dar prioridad a su seguridad y bienestar, no sólo en septiembre, sino durante todo el año.
Recuerde que pedir ayuda a familiares, amigos o profesionales sanitarios nunca es un signo de debilidad. Aprovecha los recursos que tienes a tu disposición y no dudes en pedir ayuda. Manteniéndose físicamente activo, creando un entorno seguro y cuidando de su salud, puede reducir el riesgo de caídas y disfrutar al máximo de su vida.

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